jueves, 31 de julio de 2008


En cuanto lo vi., supe que era mi hombre, mi media naranja. En la foto su cabeza levemente ladeada y a lo lejos un mar de azules infinitos. Debía de ser invierno pues llevaba cazadora o quizá primavera pues lucía un sol amarillo en lo alto. Probablemente las calmas de enero que en el mediterráneo son habituales.Informal, deportista, parecía un anuncio de colonia para hombres. Quedé impresionada.Luego en otra foto más cercana, más auténtica, se me revelaba una cara simpática. Era la clase de tipo familiar, con ojillos ingeniosos y, estoy segura, lengua mordaz. No era tan guapo como en la foto principal. La nariz sobresaliente, gafas de ejecutivo y la sonrisa cómplice. Pero me enganchó. ¿Cómo no se ha casado nunca? Empecé a sentir celos de las visitas que había tenido, de los flechazos que le habían mandado.Livingston, con nombre de doctor escocés y con cara de perdido en el lago Tanganica. Te encontré... ¿El doctor Livingston, supongo?Rellené con cuidado mis datos en el portal de encuentros. Mañana pensaré que haré con mi marido.

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